lunes, 18 de octubre de 2010

Educar a los hijos

Os remito a este artículo de Juan Bonilla, publicado ayer en el Diario Sur de Málaga donde se hace referencia a un proyecto puesto en marcha por el filósofo José Antonio Marina. Buen artículo y mejor proyecto. Interesante.

Una Historia Interminable: Esperando Nada (II)

Siguiendo con lo que decíamos sobre la forma de afrontar el sufrimiento y su relación con lo que esperamos en la vida, recuerda bastante a la película "La historia interminable", en la que precisamente la Nada (vaguedad, desinterés, egoísmo exagerado, apatía, desesperación..) va apoderándose inexorablemente de Fantasía (nuestras más altas virtudes y actitudes, la imaginación, la reflexión, la libertad creativa), mientras nosotros, individuos más que satisfechos con nuestra vida de comodidad, bienestar y entre-tenimiento, pero también de estrés, prisa, depresiones, suicidios y vicios, nos parecemos cada vez más -desde luego- al hombre-masa (al que dedicaré en su momento unas líneas) descrito por Ortega en su conocida obra, cuya característica principal consiste en que sintiéndose vulgar proclama el derecho a la vulgaridad sin reconocer jamás instancias superiores a él.







Pero Nietzsche, como un Nostradamus anticipador, ya pre-dijo lo que comenzaba a ocurrir a principios del S. XX y que hoy en día se ha convertido en algo normal: Corren tiempos de descomposición porque en ellos los valores han perdido su sentido y las metas han dejado de serlo, lo que produce desorientación, hastío, deseo de reposo, tranquilidad y suavidad.

Vivimos en un tiempo desapasionado en el que nada se toma ya en serio (humor superficial, distanciamiento, fino escepticismo, desinterés) y en el que todo tiene su pequeño remedio. La filosofía sobrevive a duras penas, refugiada en los trabajos académicos y otras formas diversas de la impostura, pero todo el mundo tiene claro que en ello no nos va la vida.

Al mismo tiempo, se trata de un tiempo de hiperactividad: El trabajo incesante se convierte en adormidera, y nada puede hipnotizar tanto. Entregados a la actividad sin pausa podremos vivir sin pensar auténticamente: no habrá tiempo para ello. Se teme a la soledad, al ocio, a la reflexión que inquieta. Se prefiere hacer muchas cosas, aun sin sentido, para estar muy cansado y merecer el descanso reparador. Esta actividad maquinal es un remedio enloquecido cuyo fin es que vivamos sin darnos cuenta de que vivimos.


(Resumen libre del ensayo Dolor y Nihilismo de Enrique Salgado en FILOSOFÍA Y DOLOR -Madrid, 2006 -)

lunes, 4 de octubre de 2010

¿ESPERANDO NADA? (I)


El ave lucha para salir del cascarón y nada más. El huevo es el mundo. Quien quiera nacer, deberá primero destruir un mundo. HERMAN HESSE. Demian

Hace unos meses, para hacer un trabajo de la carrera, tuve que leer un libro que recomiendo encarecidamente, a saber: FILOSOFÍA Y DOLOR (Tecnos, 2006). En él, captó sobre todo mi interés un breve ensayo titulado DOLOR Y NIHILISMO de ENRIQUE SALGADO FERNANDEZ, en el que a colación del pensamiento de Nietzsche, este trataba de interpretar lo que el tan extravagante filósofo del bigote pretendía mostrarnos sobre el modo de abordar el sufrimiento humano. He pensado que puede ser interesante tratar de resumirlo en unas pocas líneas, por lo que tiene de vigente, aunque nos pase desapercibidos.

Brevemente, puede ser relevante resaltar que siempre me ha parecido interesante uno de los postulados de Ernst Bloch, que culmina en el ideal de Esperanza. Este autor distingue entre esperanza activa y no simple espera: De este modo quiere poner énfasis en la importancia de la labor del sujeto en la historia o en su vida.

Esta esperanza activa es la que debe "movernos" hacia delante en nuestro camino de búsqueda de la felicidad. Esta felicidad la construimos nosotros mismos a partir de momentos de felicidad que no hay que pasar por alto, si buscamos continuamente la felicidad permanente. No hay que olvidar que ser felices es también un compromiso con aquellos que nos aman. Por eso, hay que buscar la felicidad, precisamente desde el amor, el amor a la vida, reaccionando ante el sufrimiento, asumiéndolo más como un reto. Este es precisamente el punto de partida del pensamiento Nietzscheano ¿Cómo se digiere y encauza el sufrimiento sin tener que maldecir la vida?

Para Nietzsche, el sufrimiento nunca debe ser un obstáculo paralizador, sino un reto cuya superación se ha de traducir en amor a la vida: Lo valioso no es el sufrimiento, sino la manera de reaccionar ante él. Según Nietzsche, cuando la humanidad no digiere el sufrimiento, esta indigestión se vuelve contra la vida, a cuyo valor se renuncia con tal de dejar de sufrir.

En la actualidad, a veces, nos da la sensación de que la gente, vaga de un lado a otro, buscando evadirse, viviendo sin vivir, viviendo dormidos, anestesiados y narcotizados de múltiples formas. Pero hay otros narcóticos, que son diferentes y no excluyen el dolor y que lejos de ser una huida o evasión son un adentrarse (en la vida). Estos narcóticos a favor de la vida son para Nietzsche el arte, la fiesta, la belleza, el cumplimiento del deber (de los deberes que uno se ha impuesto a sí mismo como expresión de su querer) y el esfuerzo por vencer lo que nos cuesta y se nos resiste.

Lo más importante que nos traslada Nietzsche es su concepción de la vida: Nietzsche concibe la propia vida como una tarea, en la que somos a la vez artífice y resultado, escultora de un mármol que hemos recibido (herencia biológica, herencia histórica y cultural, etc.) De lo que se trata es de obtener sus máximas posibilidades. Tarea arriesgada no exenta de dolor, sufrimiento y peligros, y sin embargo gozosa.

A este respecto, prosigue el autor, también resulta ilustrativo (teniendo en cuenta que el pensamiento de Nietzsche va camino de cumplir dos siglos) lo que pensaba sobre la educación. Para Nietzsche, los objetivos de la formación no son otros que la producción en serie de los individuos, que sean lo más uniformes posibles, como si fueran granos de arena. El sistema se afana en forjar individuos iguales, tan intercambiables como las monedas corrientes. Una formación que persigue la pequeña felicidad (prácticamente identificada con el consumismo) y la utilidad, y nada más ¿Quiere eso decir que la formación debería aspirar a hacernos desgraciados e inútiles? De ningún modo. Lo que sucede es que ese estrecho concepto de felicidad pequeña y utilitaria no es deseable como un fin absoluto porque conduce a la negación de la esencia misma de la vida, a la eliminación de lo mejor del ser humano: sus fuerzas creativas.

No hace mucho, hace un par de años quizás, falleció uno de los cantautores españoles con más creatividad musical de los últimos tiempos, y sin embargo (paradojas de la vida), es probable que no supiera hacer frente al sufrimiento y al nihilismo, lo que parece que reflejó maravillosamente en la canción del vídeo, con una letra muy filosófica a mi parecer. Sirva este espacio como homenaje a su triste figura, y a todos aquellos que sufren y a pesar de todo luchan por romper el cascarón.