lunes, 18 de octubre de 2010

Una Historia Interminable: Esperando Nada (II)

Siguiendo con lo que decíamos sobre la forma de afrontar el sufrimiento y su relación con lo que esperamos en la vida, recuerda bastante a la película "La historia interminable", en la que precisamente la Nada (vaguedad, desinterés, egoísmo exagerado, apatía, desesperación..) va apoderándose inexorablemente de Fantasía (nuestras más altas virtudes y actitudes, la imaginación, la reflexión, la libertad creativa), mientras nosotros, individuos más que satisfechos con nuestra vida de comodidad, bienestar y entre-tenimiento, pero también de estrés, prisa, depresiones, suicidios y vicios, nos parecemos cada vez más -desde luego- al hombre-masa (al que dedicaré en su momento unas líneas) descrito por Ortega en su conocida obra, cuya característica principal consiste en que sintiéndose vulgar proclama el derecho a la vulgaridad sin reconocer jamás instancias superiores a él.







Pero Nietzsche, como un Nostradamus anticipador, ya pre-dijo lo que comenzaba a ocurrir a principios del S. XX y que hoy en día se ha convertido en algo normal: Corren tiempos de descomposición porque en ellos los valores han perdido su sentido y las metas han dejado de serlo, lo que produce desorientación, hastío, deseo de reposo, tranquilidad y suavidad.

Vivimos en un tiempo desapasionado en el que nada se toma ya en serio (humor superficial, distanciamiento, fino escepticismo, desinterés) y en el que todo tiene su pequeño remedio. La filosofía sobrevive a duras penas, refugiada en los trabajos académicos y otras formas diversas de la impostura, pero todo el mundo tiene claro que en ello no nos va la vida.

Al mismo tiempo, se trata de un tiempo de hiperactividad: El trabajo incesante se convierte en adormidera, y nada puede hipnotizar tanto. Entregados a la actividad sin pausa podremos vivir sin pensar auténticamente: no habrá tiempo para ello. Se teme a la soledad, al ocio, a la reflexión que inquieta. Se prefiere hacer muchas cosas, aun sin sentido, para estar muy cansado y merecer el descanso reparador. Esta actividad maquinal es un remedio enloquecido cuyo fin es que vivamos sin darnos cuenta de que vivimos.


(Resumen libre del ensayo Dolor y Nihilismo de Enrique Salgado en FILOSOFÍA Y DOLOR -Madrid, 2006 -)

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